El que Vive en la Verdad:
La Arqueología y los Patriarcas

Capítulo 8   Libro Navegación    Capítulo 10

por Charles N. Pope
Traducción de Óscar David Calle Mesa
Copyright ©1999-2004 por Charles Pope
Copyright © por la traducción, Óscar Calle, 2003

Capítulo 9
"Lo Que Bien les Parecía"
Perspectivas del Reino Unificado de David y Salomón
(Visión Global de los Capítulos 10 al 15)


Introducción

Los libros individuales de la Biblia hebrea ("Antiguo Testamento") están rebosantes de genuina historia antigua. Aun así, la Biblia como un todo no toma la forma de ningún contenedor arqueológico. Hay una explicación muy simple. Un hecho conocido pequeño y sorprendente es que la recopilación de los libros históricos del Antiguo Testamento no tuvo lugar hasta bien después de que el Nuevo Testamento fuera compilado. Antes de esto, los cinco libros de la Torá, el Libro de Josué, el Libro de los Jueces, y la narración de Reyes/Crónicas representaban trabajos separados de autores diferentes. Estos relatos individuales, que ahora constituyen el Antiguo Testamento, no fueron escritos originalmente como una historia unificada de guerra y paz en el antiguo Oriente Medio. Representaban en cambio historias independientes que se superponían extensamente en el tiempo, pero con puntos de vista radicalmente diferentes.

El Cuadro 9 muestra los primeros catorce libros del Antiguo Testamento tal como aparecen en la "tabla de contenidos" de la Biblia. Se ha dado por supuesto que estos libros llevan al lector a través de una progresión muy lineal en el tiempo. Sin embargo, hay ahora datos arqueológicos concluyentes que demuestran que no son historias secuenciales. El Cuadro 10 muestra cómo están realmente relacionados estos mismos libros con los otros en un sentido cronológico. Esto incluye la correcta relación entre la narración de Reyes/Crónicas de David y Salomón y la de los patriarcas del Génesis. Para la mayoría del periodo bíblico, hay dos e incluso tres relatos independientes de las mismas personas, lugares y eventos.

Las dos historias principales de la Biblia son la Torá (Génesis, Éxodo, Levítico y Deuteronomio)a y la Narración de Reyes/Crónicas (Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes y 1 y 2 Crónicas). Estas dos historias reflejaban prejuicios provinciales y familiares muy diferentes. Eran muy partidarias e inherentemente opuestas entre sí. No es sorprendente que las opiniones variaran dramáticamente con respecto a muchas de las mismas personas, lugares y sucesos. Sin embargo, es esta misma cualidad la que ahora las hace infinitamente más valiosas desde una perspectiva histórica. A pesar de la confusión causada por la ordenación bíblica de los libros, llevó realmente a una preservación ordenada de tradiciones alternativas. Si una historia hubiera sido declarada como relato "oficial" de una persona dada, lugar o tiempo, entonces las versiones opuestas habrían sido con el tiempo suprimidas y finalmente perdidas. El método utilizado de incluir historias irreconciliables en la Biblia fue tan simple y tan eficaz que ha permanecido completamente indetectable durante unos 2000 años. Con la ayuda de la arqueología, el periodo correcto y el escenario cultural de todos los libros del Antiguo Testamento pueden ser restaurados fielmente.

¿Pero cómo pudieron relatos independientes, que trataban en su mayor parte del mismo periodo, haber sido  incluso confundidos como historias de periodos completamente diferentes? En primer lugar, estos dos autos de los días de gloria de Israel fueron formulados utilizando métodos muy diferentes de escritura de la historia. El acercamiento específico asumido en el libro del Génesis fue describir a los patriarcas como caminando por los senderos de antepasados anteriores. Esto después dio la impresión de que Abraham, Isaac, Jacob y José pertenecieron a un periodo mucho más anterior que David y Salomón. Sin embargo, una mirada más cercana al libro del Génesis utilizando el telescopio de la arqueología revela que con certeza no lo fueron.

En segundo lugar, ordenar una historia después de la otra evitó una discusión interminable. La llamada "Alta Crítica" de los textos hebreos también ha llevado a la teoría de que la narración de Reyes/Crónicas ("Historia de la Corte") y partes de la Torá ("Libro de J") fueron escritas aproximadamente al mismo tiempo, y por miembros de facciones opuestas.b Uno debe sospechar que estos grupos estuvieron de acuerdo en utilizar una serie completamente diferente de nombres personales en sus respectivas historias, pero esto no fue quizás necesario. Los héroes de una historia serían los villanos de la otra, y viceversa. Los amados conquistadores de una región serían odiados como opresores en otra. A los matriarcas y patriarcas que fueron recordados por sus nombres comunes o por seudónimos favorables en una historia, se les dieron epítetos peyorativos en la otra. Cuando estas historias fueron incluidas en la Biblia, las diferencias regionales y familiares que representaban habían sido olvidadas hacía mucho tiempo. Sin embargo, esto no lo habría hecho más fácil para armonizar tales marcos de referencia firmemente opuestos. En cambio, una historia fue simplemente puesta después de la otra en la sucesión bíblica. Los libros de Josué y Jueces sirven como un puente artificial entre las dos historias. Realmente fue la gran disparidad de historias irreconciliables lo que hizo posible esto, y con una pequeña o ninguna corrección en absoluto. Las historias eran tan diversas que los recopiladores posteriores de la Biblia ya no podían darse cuenta de que estaban tratando con relatos en su mayor parte contemporáneos.

En tercer lugar, los primeros arqueólogos estuvieron apasionados en sus esfuerzos por encontrar confirmación de la Biblia. Irónicamente, en su celo por demostrar su concepto equivocado de las Escrituras, establecieron un marco cronológico en que los personajes bíblicos posiblemente no podrían existir. Como resultado, los modernos (seglares) arqueólogos y literalitas bíblicos viven ahora en muchos, muchos mundos separados. El abismo ha sido ensanchado con la predicación y la tradición erudita. Es difícil de apreciar cómo nuestra mirada se ha desviado del mundo antiguo hasta que empezamos a verlo directamente, en vez de verlo a través del espejo de la cronología académica prevaleciente. Puede deducirse una cronología exacta del mundo antiguo ahora que la relación apropiada de la Torá con otros libros históricos del Antiguo Testamento es una vez más entendida.

En el libro del Génesis, la huida de los patriarcas de Babilonia y su "Estancia" en Egipto están abundantemente atestiguadas. Su realeza, en Babilonia y en Egipto es aludida con frecuencia, sin embargo la forma exacta de su realeza nunca se hace explícita. Recíprocamente, en la narración de Reyes/Crónicas, los patriarcas son denominados explícitamente como soberanos. Sin embargo, se da por sentado que la sede de su dinastía es la moderna Jerusalén de Palestina en vez de la Jerusalén de Egipto. Por el contrario, se demostrará que antes del Exilio Babilónico, la Jerusalén del registro bíblico no fue la diminuta Jebús/Salem de Palestina. Fue en cambio el nombre semítico de la poderosa capital de Egipto en el Nilo. El Imperio Nuevo egipcio era la época del último gran imperio del Antiguo Egipto, cuando sus fronteras literalmente se extendían "desde el Nilo al río Éufrates." La historia de la Torá de cómo este "Reino Unificado" de Egipto fue ganado y perdido es bastante diferente al relato de la rendición encontrada en la narración de Reyes/Crónicas. Sin embargo, mediante una síntesis de estas dos tradiciones contrapuestas con la arqueología surge un rico y equilibrado entendimiento del periodo.

La narración de Reyes/Crónicas de David y Salomón es un acercamiento muy diferente a historia escrita que se encuentra en la Torá. No obstante, estas dos historias proporcionan relatos muy complementarios del mismo y famoso imperio. Los dos acercamientos eran igualmente eficaces en conservar incluso la historia familiar más íntima, sin asociar directamente a sus antepasados con lo que después fue denunciado vehementemente como idolatría, arrogancia, incesto y genocidio del Antiguo Egipto. Superponiendo la arqueología del Egipto del Imperio Nuevo sobre cada una de estas historias bíblicas, las biografías de los reyes bíblicos y patriarcas más grandes, tanto personales como públicas, tanto oficiales como no oficiales, pueden ahora ser relatadas en vivo, en detalle, versículo por versículo.

Camaleones de la Corte, Maestros del Camuflaje

Durante el Periodo del "Reino Dividido," hay referencias esparcidas en las inscripciones asirias al tributo recibido de los reyes bíblicos de Israel y Judá. Sin embargo, no hay absolutamente ninguna evidencia en cualquier parte de los días de gloria del "Reino Unificado," cuando David y Salomón establecieron el imperio más famoso de la tierra. La existencia de al menos confirmación esparcida en el posterior periodo de debilidad de Israel y Judá está en serio contraste con la ausencia total de registros del periodo más dominante y ligeramente más temprano. Tampoco hay ningún testimonio fuera de la Biblia de cualquier personaje bíblico anterior a David y Salomón. Lo más sorprendente de todo esto es que no hay mención de ningún rey bíblico en los archivos egipcios. Éste es un claro indicio de que la verdadera naturaleza del "Reino Unificado de David y Salomón" ha sido trágicamente mal entendida.

El glorioso "Reino Unificado de David y Salomón" está de hecho atestiguado generosamente en Egipto, Palestina y Fenicia. Está representado por la superabundante arqueología de la XVIII Dinastía egipcia, incluyendo a las ahora famosas figuras de Tutankhamon, Nefertiti y Akhenaton. Este imperio, el más célebre de todos los reinos antiguos, fue fundado por refugiados regios de Babilonia. El acadio, un dialecto babilónico, era la lengua franca del mundo antiguo, y habría sido el primero de los muchos idiomas hablados por todos los camaleones de la corte. Sin embargo, en Egipto, las inscripciones oficiales se referían siempre a los faraones en el estilo egipcio tradicional y utilizando sus nombres asumidos e identidades egipcias.

En público, los gobernantes del Egipto del Imperio Nuevo eran egipcios honrados. En privado, eran una rama de la clase gobernante internacional, y en su mayor parte frutos de la cultura babilónica. Hablaban entre sí en la lengua babilónica, y preferían ser llamados por sus nombres y apodos acadios (semíticos). Cuando se separaron de Babilonia, la forma de su lengua se "congeló." A finales de la XVIII Dinastía egipcia, los faraones de Egipto escribían a sus primos reales en Mesopotamia utilizando palabras y expresiones que ya se habían convertido en arcaicas en Babilonia. Los eruditos notaron esta anomalía cuando estudiaban la correspondencia de las Cartas de Amarna de finales de la XVIII Dinastía, sin embargo la importancia del fenómeno no ha sido percibida.

La razón de que esta lengua obsoleta fuera utilizada en las Cartas de Amarna puede conocerse ahora de las misivas de la Biblia. Inmediatamente anterior al levantamiento de la XVIII Dinastía egipcia, Canaán y Egipto estaban siendo gobernadas por los reyes de la I Dinastía de Babilonia. En el Alto Egipto, estos reyes babilónicos asumieron los tradicionales títulos egipcios. Por ejemplo, el último rey Samsu-ditana asumió el nombre de coronación de Senakhtenra en Tebas. (Este nombre formal fue acortado a "Taré" en la Biblia.) Sin embargo, en Canaán y en el Bajo Egipto, estos reyes babilónicos fueron conocidos como los "Hyksos," literalmente traducido como "gobernantes de una tierra extranjera." El nombre Hykso de Samsu-ditana era Apofis I. La tierra extranjera de estos señores era Babilonia. (Véase Cuadro 16 para la cronología del Periodo de los Hyksos y el principio del Imperio Nuevo.)

Los reyes Hyksos fueron temidos a lo largo del Próximo Oriente por la rapidez de sus ataques y la fuerza de sus fortificaciones. Los miembros de la amplia familia de los Hyksos también tenían razones para temerse entre sí. Samsu-ditana fue él mismo derrocado súbitamente en Babilonia por una alianza de sus propios parientes. En el capítulo siguiente se demostrará que estos "hermanos" rivales de Samsu-ditana (Taré) tenían la bendición del "padrino" del imperio familiar, Ammi-saduga (el patriarca Nacor). Wahibra (Heber/Moisés I) había sido antes exiliado de Egipto, pero se le permitió restablecerse en Babilonia bajo el nombre de Hammurabi. Recíprocamente, Samsu-ditana (Taré) fue obligado a salir de Babilonia. Se le permitió reorganizarse en Canaán y Egipto, al menos hasta el momento en que escogiera abstenerse del tributo del hermano que fue elegido para reemplazarlo (véase Capítulo 10).

Al final de la XVII Dinastía egipcia, el príncipe sin corona Abraham llegó a Egipto con su hermanastra y esposa real, Sara. Los mismos familiares rivales que usurparon el trono esperado de la pareja en Babilonia pronto condujeron sus ejércitos a Canaán y Egipto. Génesis 14 describe la guerra resultante contra estos cuatro reyes "del Este," la cual fue ganada por el antes "Señor" de Babilonia, Abraham, con la ayuda de su aliado Mamre. Una versión muy complementaria de esta misma confrontación épica se encuentra en Jueces 6-8, en donde se le atribuye la victoria a "Gedeón y el Señor." Las descripciones de los reyes antiguos, y especialmente los faraones, tienden a ser grandiosas. Se hace difícil de creer que estas privilegiadas personas no siempre estuvieran rodeadas de pompa y circunstancia. Más bien, en ocasiones fueron reducidos a la nada más que ingeniárselas en tratar con conflictos interpersonales y políticos. Los detalles de la guerra de Abraham en el Génesis, incluso los nombres de los cuatro reyes invasores, son equivalentes a los de la batalla de Gedeón dada en Jueces. Los nombres de estos reyes también se asocian fácilmente con cuatro reyes históricos conocidos por la arqueología (véase Capítulo 10). Esto también sirve para fijar el periodo que corresponde al final de la I Dinastía de Babilonia. 

El Mundo Antiguo fue Su Escenario

Las narraciones bíblicas difieren significativamente en sus opiniones de los soberanos pasados. Sin embargo, hacen uso de un artificio literario común para presentar la historia de un gran príncipe o rey sin nombrar explícitamente a sus superiores regios. En la historia de Gedeón, si se hubiera dado el nombre auténtico de su regio patrón, entonces la importancia del héroe de la narración habría disminuido. Si se hubiera proporcionado el nombre del "Señor" de carne y hueso, el lector se daría cuenta de que el defensor sería sólo un igual, o incluso un subordinado, de otra persona regia de ese momento. Con frecuencia este otro miembro familiar era considerado como un rival real o potencial del héroe, lo cual hizo incluso más conveniente omitir su nombre en la narración. Por otro lado, por haberse revelado "el Señor" al héroe y dirigido a él en forma abstracta, el estado de este héroe realmente aumentaría, no disminuiría.

A menos que se hubiese recibido un tributo o ganado una victoria decisiva en la batalla, los reyes de la vida real también evitaron mencionar a sus rivales por su nombre, sobre todo en las inscripciones públicas. Esta conducta sólo se espera de la astuta naturaleza humana, sin embargo ha engañado igualmente a arqueólogos y a eruditos bíblicos. Debido a que un rey o faraón no se refería explícitamente a otro rey gobernante o faraón (o incluso a un corregente) en sus inscripciones, se supone por lo general que su autoridad era incuestionable. Éste era el efecto deseado, pero no era el caso frecuente. Reyes, e incluso dinastías enteras, que fueron realmente contemporáneas, han sido colocados por esta razón uno después del otro. Ha dado como resultado cientos de años añadidos a la cronología antigua deducida por los arqueólogos. Como hemos visto, un proceso similar daba como resultado un alargamiento inapropiado de la historia bíblica.

La identidad del "Ángel del Señor" que "se le aparece" y guía al indeciso Gedeón no es revelada en Jueces. Sin embargo, a través de la síntesis con el relato del Génesis, podemos estar seguros de que no era ninguno otro que el mismo Abraham. En los Capítulos 10 y 11 se demuestra que la identidad histórica del vacilante guerrero Gedeón/Mamre es el faraón de finales de la XVII Dinastía Sequenenra (Tao II). En los Capítulos 12 y 13, el mentor de Gedeón/Mamre, Abraham, será identificado como el eminente noble Djehuty, de finales de la XVII Dinastía y principios de la XVIII Dinastía. La desesperada defensa de Canaán fue el momento definitivo de la fundación del Imperio Nuevo egipcio. Después de que el vínculo con Babilonia se rompiera, Egipto y Canaán se convirtieron en la posesión principal de la familia patriarcal.

En lugar de ser dominados por un nuevo grupo de gobernantes extranjeros ("Hyksos"), se estableció en Egipto una dinastía nativa por parte de los descendientes del caído rey babilónico Samsu-ditana (Taré). Después de rechazar a los ejércitos invasores de los rivales mesopotámicos, los numerosos hijos y nietos de Taré (Tao I) se desafiaron entre sí para reclamar el derecho de suceder a Taré como señor soberano de una nueva casa egipcia. Había una intensa rivalidad entre los numerosos príncipes de la amplia familia real. Aun así, debido a la infertilidad causada por los matrimonios obligatorios con la "hermana," estos "hermanos" eran muy dependientes entre sí para engendrar herederos. Es un tema recurrente en casi todas las generaciones bíblicas. 

Primogenitura y Derecho de Presunción

La difícil condición de Abraham y su hermanastra Sara es un ejemplo genuino. Para que un príncipe heredero como Abraham fuera designado corregente o rey, normalmente se requería que primero engendrara a uno o más herederos regios. Esto era una defensa contra futuros problemas de sucesión. En el Capítulo 12 se demostrará que Abraham y Sara fueron invitados a la corte del faraón de Egipto, y que este faraón no era otro que su hermanastro Mamre/Gedeón (Sequenenra Tao II). Viajaron al lugar del harén para engendrar al importantísimo heredero real (Gén 12) para Abraham. Gedeón/Mamre ya había sido designado para suceder a Taré como faraón en Egipto. Éste es un fuerte indicio de que había engendrado a un hijo real propio y adecuado hacia esta fecha. El heredero de Gedeón es llamado Jeter en Jueces 8. Con su propia realeza asegurada, Gedeón/Mamre estaba en posición de rendir la debida benevolencia a Sara, la esposa de su hermano Abraham. Desgraciadamente, Gedeón/Mamre (el faraón Sequenenra Tao II) y Sara también eran infértiles. No obstante, Abraham y Gedeón/Mamre siguieron siendo aliados como evidencian los relatos parejos de su triunfo compartido sobre los reyes de Mesopotamia (Madián) en Jueces y sólo dos capítulos después en Génesis 14.

Un segundo intento de Sara de tener un hijo con un diferente pariente varón cercano fue registrado en Génesis 20. La aparición de Sara en la corte del "rey Abimelec" fue con el propósito implícito de la reproducción regia, como lo fue en la corte del faraón Tao II. A pesar del reproche deliberadamente falso de Abimelec (Gen 20:3-7), podemos ser positivos al decir que este enlace tuvo éxito en engendrar un hijo en el nombre de Abraham. El nacimiento de este hijo es registrado en el capítulo siguiente. En el Capítulo 12 se demostrará que Isaac era no sólo el hijo del rey Abimelec, sino que de hecho llegaría a ser el rey del ejército más implacable de su época. El Libro del Génesis elige no divulgar detalles específicos de la "bendición" de Isaac sobre su realeza o sus batallas militares. Sin embargo, se nos dice que el "temor de Isaac" (Gén. 31:42,53) se sentía hasta en Aram Naharaim, "la tierra entre los dos ríos" Tigris y Éufrates. El nombre simbólico de Abimelec significa "padre DEL rey," y es la confirmación que él era el padre natural del célebre rey guerrero Isaac, el histórico Thutmosis III. En el Capítulo 12 se demostrará también que la identidad histórica de Sara es la de la efímera reina Isis de la XVIII Dinastía egipcia, conocida por la arqueología por haber sido la madre de Thutmosis III. Nunca se reconoce explícitamente que alguno de los patriarcas del Génesis fuera rey. Consistente con esto, se admite que la matriarca Sara era una princesa, pero no que ella se convirtió en reina y madre de un gran rey.

En el Libro del Génesis, Isaac (Thutmosis III) es reverenciado, sin embargo no lo es su padre Abimelec (Thutmosis I). Este padre e hijo, Abimelec e Isaac, son combinados juntos en un único personaje en la narración del "rey David" de Reyes/Crónicas. Thutmosis III (David el Joven) y su belicoso antecesor Thutmosis I (David el Viejo) son ambos muy estimados en esta tradición. Comparten el mismo nombre e igual honor. Cuando más tarde se hizo difícil escribir sobre ellos por separado, fue conveniente combinar sus hazañas y fracasos. Sabemos que éste era un método popular de escribir historia, debido al famoso relato antiguo del rey Sesostris. Sesostris también era una combinación de dos grandes faraones con el mismo nombre, a saber, Senusret I y Senusret III, de la XII Dinastía. Los métodos para conservar la historia eran en la antigüedad algo diferentes de los actuales. Era aceptable combinar los recuerdos de dos o más gobernantes que tenían el mismo nombre, como si ellos hubiesen sido un único rey extraordinario. Probablemente esta práctica refleje también el antiguo concepto de dinastía e inmortalidad. Senusret I fue el abuelo de Senusret III. Por otro lado, Thutmosis I y Thutmosis III eran padre e hijo. Se considera en general que fundaron el Imperio Nuevo egipcio en la narración de Reyes/Crónicas de la Biblia. Los sucesos de las vidas de Thutmosis I y Thutmosis III se unen en la historia del rey David.

En la narración de Reyes/Crónicas, Thutmosis I es el héroe y la figura central. No hay ningún motivo para encubrir su identidad utilizando el seudónimo simbólico de "Abimelec." En cambio, es denominado por la forma hebrea desenmascarada de su nombre egipcio. La identificación del nombre de David (heb. Dvd) y Thoth (egip. Twt) fue realizada primero por Ahmed Osman en House of the Messiah. La pasión y el genio audaz de Thutmosis I eclipsó a Djehuty, el cual era un hombre majestuoso y retraído de gran sabiduría. En la historia de los Reyes, es la grandeza de Thutmosis I y de su hijo natural Thutmosis III la que es de suma importancia. Los derechos legales y los viajes espirituales de Djehuty no son visiones celestiales en ese relato bíblico. Thutmosis I se había ganado la corona con su astuto encanto y su brazo implacable. No obstante, el hijo que estableció el Imperio Nuevo Egipto como la potencia principal del Cercano Oriente, nació de Isis (Sara), la esposa legal de Djehuty (Abraham). Según la costumbre de la antigua corte real, todos los hijos nacidos de Sara legalmente pertenecían a Abraham.

David el Joven como Horus el Joven, Heredero Justo y Héroe Poderoso

En el relato del Génesis, es Abraham (egipcio Djehuty) quién será considerado el padre legítimo de Isaac (Thutmosis III) y por consiguiente el "fundador oficial" del Imperio Nuevo egipcio. El autor del relato del Génesis mantenía que a Djehuty se le aseguró esta perpetua distinción por parte de ningún otro que su padre Tao I, y después por Thutmosis I (véase Capítulo 12). Aunque Thutmosis I (Abimelec) fue reconocido implícitamente como el padre natural de Thutmosis III (Isaac), no fue venerado totalmente en el libro del Génesis. Según Jueces 9:1-6, algunas de sus tácticas eran muy difíciles de tragar. No era sabroso combinar los platos principales de Thutmosis I y Thutmosis III como uno en el relato del Génesis. En cambio, Abimelec e Isaac fueron servidos mejor como personajes separados.

Aunque las identidades de Abimelec e Isaac permanecen distintas, hay otra forma de composición en el Libro del Génesis. En esa historia, las celebridades del Imperio Nuevo son combinadas con las de periodos anteriores. Isaac (Thutmosis III), como Abraham, Jacob, José y Moisés, es descrito en el Génesis como una repetición de un antepasado anterior. Él era la versión del Imperio Nuevo de Matusalén (Senusret III). Cada uno fue aclamado como la principal figura militar (y como el poderoso Horus) de su respectiva dinastía. Y los dos tenían una característica facial "risible." Senusret III era un gigante larguirucho de 1,98 m. con orejas de "Dumbo" (que simbolizaban la sabiduría). Thutmosis III tenía una estatura de 1,60 m. y una nariz a lo "Cyrano de Bergerac." Senusret III fue llamado Shashak ("patilargo"), y Thutmosis III fue conocido como Yitshak, que significa "risa, burlón." Sin embargo, fueron hombres de los que sólo se burlarían tras sus espaldas... ciertamente no ante sus cómicas caras.

En el Génesis, la siguiente persona importante en la narración de Abraham después de Mamre es Abimelec. En Jueces, la historia de "Gedeón y el Señor" es también seguida inmediatamente por el brutal levantamiento al poder del rey Abimelec. En Jueces 9, Abimelec ejecuta a "setenta" de sus "hermanos" y fue declarado rey (no juez) de todo Israel. El relato del Génesis de Abimelec dice que era rey de Gerar, una ciudad de los filisteos (Gén. 20:2). Thutmosis I fue una persona extremadamente polémica, y fue manejada con suma discreción en el Génesis. A pesar de la caracterización de David en la narración de Reyes/Crónicas, no todos amaron a Thutmosis I, por no decir más. La denominación de Thutmosis I como rey de los filisteos en lugar de rey de Israel es un elogio clandestino. Sin embargo, el Génesis no dice que Abimelec fuera un filisteo, sólo que él era su rey. En la narración de Reyes/Crónicas, un joven David (Thutmosis I) es un aliado de los filisteos en su guerra contra el rey Saúl. Sin embargo, fue ofendido por los comandantes filisteos y después de esto se convirtió en su enemigo. Cuando murió Saúl, David (Thutmosis I) fue nombrado rey "sobre todo el Israel" en su lugar. Como consecuencia, "derrotó a los filisteos y los sometió," esto es, se convirtió en su rey.c Véase Capítulo 11 para una discusión más amplia.

Había una amarga lucha por la sucesión entre los príncipes Hyksos de finales de la XVII Dinastía y principios de la XVIII. La línea prevaleciente surgió de un acuerdo entre Thutmosis I, Thutmosis II, y Djehuty (véanse Capítulos 11-13). Sin embargo, las princesas Hyksos no tenían un papel pequeño que representar en la fundación del Imperio Nuevo egipcio. Una determinada Isis (Sara) trajo a su joven hijo Thutmosis III (Isaac) a Tebas como el legítimo heredero, no sólo de su esposo legal Djehuty (Abraham), sino también de los faraones Thutmosis I (Abimelec) y Thutmosis II (Efrón). Sara encontró una muerte prematura en Tebas. Por consiguiente, a su hijo se le denegó el poder durante de dos décadas por parte de su tía Hatshepsut. Hatshepsut era la esposa viuda de Thutmosis II y la hija muy favorecida de Thutmosis I. La frustración de Thutmosis III al recibir su herencia prometida de realeza se describe alegóricamente en Génesis 26. El detallado relato de su lucha por la sucesión se encuentra en 2 Samuel 13-20.d Se nos dice en el relato del Génesis que Isaac recibió finalmente su "bendición." Después de la muerte de Hatshepsut, Thutmosis III reinó en solitario durante tres décadas, y dirigió 17 campañas militares conocidas. 

Los Pilares del Entendimiento de Salomón

Muy a finales de su largo reinado, Thutmosis III (Isaac) finalmente eligió como su sucesor a Amenhotep II (el Jacob bíblico). Después de alguna reflexión, Amenhotep II a su vez designó a uno de sus hijos menores, Thutmosis IV (el Judá bíblico), para sucederle. En el Capítulo 15 se demostrará que el reinado de nueve años de Thutmosis IV no fue un reinado único, sino que gobernó completamente como corregente de su padre Amenhotep II. Thutmosis IV murió antes que su padre. El reinado del siguiente faraón, Amenhotep III, comenzó tras la muerte de Amenhotep II, y no tras la muerte de Thutmosis IV como suponen los egiptólogos. Los reinados contiguos de Amenhotep II y Amenhotep III están combinados en la narración de Reyes/Crónicas como la historia del gran rey Salomón. Los reinados de Abimelec (Thutmosis I) e Isaac (Thutmosis III) también fueron contiguos y están combinados en la narración de Reyes/Crónicas como la historia compuesta del rey David. Hablando figuradamente, puede decirse que el rey David (Thutmosis I/III) fue seguido por Salomón (Amenhotep II/III).

Ahmed Osman estableció en House of the Messiah que la historia de David y Salomón estaba basada en los reyes históricos Thutmosis III y Amenhotep III, respectivamente. Se demostrará aquí que el relato del David bíblico también incorpora a Thutmosis I, padre de Thutmosis III. El relato de Salomón está basado principalmente en Amenhotep III. Sin embargo, también asimila el reinado de su abuelo y predecesor inmediato, Amenhotep II. La nueva y magnífica residencia real de la XVIII Dinastía en Malkata y su templo en Tebas Occidental son descritos con gran detalle en el Libro Segundo de los Reyes. Fueron concluidos en el reinado de Amenhotep III, sin embargo los preparativos, y probablemente la construcción inicial, fueron comenzados en el reinado de su inmediato predecesor, Amenhotep II. Sólo permanecen en la actualidad restos de los cimientos y dos macizas estatuas de piedra que están al descubierto. Las estatuas flanquearon una vez la entrada al amplio complejo. Los griegos las conocieron como los "Colosos de Memnón."e Los legendarios "Pilares de Salomón" también habrían honrado esta estructura (1 Reyes 7:21). 2 Reyes 25:16 dice que Nabucodonosor quitó de ellos más bronce que el que podía pesar.

Ahmed Osman lógicamente se quedó a medio camino en decir que David y Salomón fueron los mismos faraones del Imperio Nuevo egipcio, Thutmosis III y Amenhotep III. Cientos de años separan la época aceptada de la XVIII Dinastía egipcia (siglo XIV a. C.) de la de David y Salomón (siglo X a. C.).f Dada la cronología actualmente aceptada, sería completamente irrazonable concluir que la historia bíblica del Reino Unificado de David y Salomón fue algo más que una aspiración de los reyes posteriores por lograr el ideal del anterior Imperio Nuevo egipcio. No obstante, la abrumadora evidencia que será presentada en este trabajo eliminará la imposibilidad cronológica que hizo frente a Ahmed Osman, y confirmará sus identificaciones originales de David y Salomón con los faraones Thutmosis III y Amenhotep III.


  1. Es probable que los Libros de Génesis, Éxodo y Deuteronomio fueran escritos también por autores diferentes, aunque compuestos con el mismo género.
  2. Harold Bloom, The Book of J. Véase también, Richard Friedman, The Hidden Book of the Bible.
  3. 2 Samuel 5:2; 8:1
  4. La identidad bíblica de la reina/faraón Hatshepsut se da en el Capítulo 14.
  5. Memnón era el nombre griego de Amenhotep III, y tiene alguna similitud con el nombre de Salomón.
  6. Cientos de años separan también a Abraham y David en la cronología bíblica aparente, sin embargo resultan ser no sólo contemporáneos ¡sino también hermanastros!
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